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Procede del Monasterio de El Escorial, donde se recoge
ya en el Inventario de 1700, emparejado con el San
Simón (Cat. 40).Ribera
interpreta al apóstol, hermano de San Pedro y pescador como él, a través de un modelo
de profunda nobleza, en su desnudez rústica. La expresión de profunda melancolía
meditativa, como presintiendo la realidad inmediata de su martirio, contrasta con la
expresión de apasionado fervor con que el propio Ribera lo ha interpretado en otras
ocasiones, probablemente anteriores, especialmente en el lienzo de hacia 1620 de la
Pinacoteca de los Girolamini
(Cat. 15) o en el gran fresco de la preparación para el Martirio, del
Museo de Budapest, de 1628 (Cat. 23).
Concebida en clave tenebrista, correspondiente a
un momento de intenso caravaggismo, probablemente hacia 1630, o inmediatamente posterior,
la figura del santo se aproxima a otras obras de los mismos años interpretados con el
mismo tratamiento minucioso y analítico de los particulares y la misma pasta espesa y
densa, que consigue una impresión de veracidad y de relieve táctil absolutamente
sorprendente. Especialmente próximas se encuentran algunas figuras de Filósofos,
como el Platón de Amiens firmado en 1630, o el del Museo de Tucson y a la figura
de Heráclito recientemente adquirida para el Museo de Valencia (Cat. 31),
todos situados en torno a la citada fecha.
El mismo modelo físico lo ha empleado Ribera en
otras ocasiones, especialmente en la figura del Filósofo, o Santo Ermitaño
de la colección Durazzo Pallaviccini (Spinosa, 1978, n.° 43), que ha de corresponder al
mismo momento.
Una copia mediocre de fines del siglo XVII, de
mano probablemente valenciana (1,07 x 0,87 m), tiene depositada el Museo de Valencia en el
monasterio de El Puig (Valencia).
[A. E. P. S.] |