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El dibujo única obra de este género, de
mano de Ribera en el Museo del Prado, es de una grandeza solemne en la impostación de la
cabeza en el espacio vacío. La fuerza expresiva de los trazos de sanguina en algunas
zonas, así como la minuciosidad en otras indica una fecha en la que el artista era ya
dueño de sus recursos expresivos en este medio, y habría que situarlo a principios de la
década de 1630.Este estudio ha sido
recientemente puesto en relación con una composición perdida de Ribera, un Sansón y
Dalila conocido por el dibujo preparatorio que se conserva en el Museo de Bellas
Artes de Córdoba (Cat. D. 33) (Muller, 1976, p. 609, el asunto aparece
incorrectamente identificado como Jael y Sísara). Es en efecto dibujo muy
concluido para la cabeza del guerrero que aparece al fondo de la composición a la
derecha.
Es obra clave entre los dibujos de Ribera de este
carácter, no muy numerosos, que han llegado hasta nosotros, no sólo como reveladora de
su estilo y modo de trabajo, sino como nexo de unión con el estilo dibujístico de otros
artistas napolitanos que enlazan con Ribera, como Aniello Falcone y, más tarde, Luca
Giordano. Esta Cabeza de guerrero indica, por otra parte, en el pintor, un
sistema de trabajo riguroso, que enlaza con el modo de hacer de la más pura tradición
académica entendida a la manera romana y descarta la visión de trabajo directo sobre el
lienzo que quiso ver en Ribera la crítica romántica.
[M M. M] |