|
De dimensiones casi idénticas al San Pedro (Cat. 35) y al San Pablo de
la Hispanic Society (Spinosa, 1978), se ha podido pensar que este San Mateo
formase parte de una dispersa serie de Apóstoles, o de un conjunto de santos entre los
cuales podría incluirse también el San Roque (Cat. 37) de modo poco
convincente. Como ya se ha dicho, es posible que las dimensiones de todos esos lienzos
fuesen las del formato habitual empleado en el taller de Ribera para santos o filósofos
de más de media figura, sin que necesariamente hubiesen de integrarse en series.Esta hermosa y potente figura resulta de una energía impresionante
y como se ha dicho, parece haber insistido en plasmar un rostro inteligente, agudo y
cultivado, que empareja con los filósofos a diferencia del campesino iletrado, mucho más
rudo, que Caravaggio había usado para representar al mismo santo.
En realidad, si no fuese por la cruz de madera que aparece
sobre el sólido sillar de la derecha, y por el amplio manto que lo cubre, tan distinto de
los andrajos que suelen vestir sus imágenes de sabios antiguos, podría pensarse que se
trata más bien de un filósofo que de un santo. Incluso la identificación con San
Mateo, que viene tradicionalmente repitiéndose, carece también de objetiva
referencia iconográfica, pues la citada cruz, más bien podría hacer pensar en San
Felipe.
A diferencia de lo indicado para San Pedro, aquí
el efecto de tenebrismo caravaggista es más fuerte y directo, y la cabeza emerge
directamente del fondo sombrío y negro.
La pincelada, sin embargo, es de una extraordinaria
viveza, modelando el rostro con toques cortos dados con el pincel de cerdas gruesas, y
obteniendo un efecto de tactilidad y relieve, que parece vibrar bajo la luz, análoga a la
de los otros dos Apóstoles.
[A. E. P. S.] |