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Este lienzo, uno de los
más violentos de concepto y composición del artista, forma parte de una de las series de
Las Furias, o Los Condenados, que consta pintó Ribera, al modo de las
que Tiziano pintó para María de Hungría. Los cuatro Malvados o Condenados,
Tizio, Ixión, Tántalo y Sísifo, castigados todos ellos por su impiedad,
desobediencia y desagradecimiento, han sido siempre entendidos como grave advertencia a
los súbditos de una Monarquía casi deificada en virtud del «derecho divino». El texto
de donde procede la historia es, como tantas veces, las Metamorfosis de Ovidio
(IV, 461).Ixión, al que se ha llamado a
veces el Caín griego, parece que fue el primer asesino de alguien de su sangre.
Pretendió también seducir a Juno y, al no lograrlo, se unió a una nube que simulaba su
imagen, engendrando la raza de los centauros. Su castigo fue girar eternamente atado a una
rueda, que unas veces se representa girando por sí misma y otras, como aquí, es hecha
girar por una figura diabólica.
En 1675 Sandrart describe una serie de Condenados
pintada para Lucas van Uffel, de Amsterdam, y narra cómo la esposa del propietario,
Jacoba, dio a luz un niño monstruoso, bajo la influencia de la impresión causada por la
contemplación de la serie, en especial del Ixión. Palomino (1724) repite la
historia afirmando que los lienzos fueron luego trasladados a Madrid y se creyó durante
mucho tiempo que este Ixión y su compañero Tizio (Cat. 58),
ambos hoy en el Prado eran restos de aquella serie, sin advertir que este lienzo no
muestra el característico detalle de la mano crispada, descrito con precisión par
Sandrart y Palomino, que tan honda impresión causó a la dama holandesa, cuyo hijo
mostraba, al nacer, los dedos encogidos de forma análoga.
Se ha demostrado con posterioridad (Pérez
Sánchez, 1974), que estos lienzos constituyen sin duda resto de otra serie diversa. Brown
(1979) ha señalado que este Ixión debe de ser de uno de los lienzos adquiridos
en 1634, por D. Jerónimo de Villanueva a la Marquesa de Charela, con destino a las
decoraciones del Buen Retiro, en las fiestas de San Pablo y San Juan de ese año pues se
menciona con precisión una «pena de Ixión» original de Ribera. De la serie citada por
Sandrart se conserva una copia, seguramente de taller, propiedad del Prado, en cuyo Ixión
sí es visible el detalle de la mano crispada.
Este ejemplar, que en 1666 se inventaría en el
Palacio Real de Madrid, describiéndosele como «uno que atormentan» pero tasado en la
misma cantidad que el Tizio compañero, pasó luego al Palacio del Buen Retiro,
donde se inventaría desde 1700, junta a su compañero y a la otra serie completa de los Cuatro
condenados, considerados «copia de Ribera» y tasados en cantidades muy inferiores.
Se halla, desde 1819, en el Museo del Prado. J. Brown ha mostrado también que la
posición del lienzo debe ser la vertical y no la horizontal, tal como se ha venido
reproduciendo, pues así se equilibra la disposición, con el sólido basamento de la
espalda y el brazo del gigante, a la vez que adquiere sentido lógico la posición del
sátiro que le ata las piernas a la rueda.
Trapier dudó de la identificación del asunto y
sugirió que podía tratarse de la representación de una escena de suplicio
contemporáneo, hipótesis inaceptable por la presencia del sátiro.
Muy maltratado y ennegrecido, es, sin embargo,
como su compañero, obra muy importante y significativa del aspecto más «terrible» de
la producción de su autor.
Compositivamente, su desmesura y amor a lo
gigantesco, derivan, seguramente, de ciertas observaciones juveniles realizadas en la
Bolonia tardomanierista, del tipo de las Historias de Polifemo de Tibaldi en el
Palacio Poggi, e incluso de ciertos elementos de Ludovico Carracci, extremados en su
visión dramática.
[A. E. P. S.] |