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Procedente del Museo de El Escorial, figura
en las Colecciones Reales españolas, al menos desde 1700, y es sin duda, como se ha
señalado repetidas veces con la única excepción de Felton que, en 1972, lo
consideraba obra del taller, aunque en la actualidad acepta la autografía una de
las más intensas y expresivas del maestro en esos años. El hallarse fechado con
precisión le añade todavía más interés, pues lo convierte en pieza clave para datar
obras de análogo carácter y técnica, a pesar de que su estado de conservación no sea
perfecto.Se ha subrayado siempre la
intensidad de la expresión, que hacen de él un verdadero retrato, «de cualquier
campesino encontrado en los callejones de la Nápoles virreinal, en el que el pintor supo
captar justamente las señales del antiguo origen greco-levantino, inserto en un contexto
de irreductible vitalidad y de humanidad, típicamente mediterránea», como escribió
Spinosa.
Se ha hablado en ocasiones de una posible
influencia de Velázquez, durante su viaje a Nápoles en 1630, señalando la evidente
semejanza del personaje con los bebedores de los Borrachos velazqueños, fechable
hacia 1629 y por lo tanto contemporáneo del lienzo de Ribera. Trapier advirtió ya en su
día, las grandes diferencias que separaban a ambas obras. Lo que en Ribera es todavía
minuciosidad casi flamenca y realismo obsesivo en el detalle, se hace en Velázquez mucho
más libre y sintético, con técnica bien diversa.
Respecto a la identificación del personaje
representado, citado siempre en las referencias más antiguas, simplemente como «un
filósofo», se han propuesto diversos nombres. En el Prado se le ha llamado
tradicionalmente Arquímedes, sin duda por la presencia del compás. P. de
Madrazo lo describe como «el famoso geómetra de Siracusa... con el compás en la mano
derecha y unos papeles en la izquierda». Tormo y Fitz Darby lo identificaron con Demócrito,
insistiendo en su aspecto sonriente, tal como la iconografía tradicional exige, y así ha
sido recogido luego por O. Ferrari en su estudio sobre la iconografía de los filósofos
antiguos.
Respecto a su primera procedencia, se ha pensado
(Brown y Kagan) que sea uno de los filósofos que pertenecieron al tercer Duque de Alcalá
y se inventariaron en su casa de Sevilla, «Casa de Pilatos», después de su muerte, en
1637.
Es, desde luego, posible identificarlo con
el filósofo «con compás» que se cita en el Inventario del Duque de Alcalá, pero no
debe olvidarse que un compás lleva también el Filósofo de Tucson que O.
Ferrari considera Heráclito (Spinosa, n.° 41), cuya pertenencia a una serie
parece acreditada gracias a la inclusión de su copia en la serie de seis que perteneció
al Conde Matarazzo de Licosa, dispersada en una subasta de Christie's el 17 de
noviembre de 1972, y que probablemente ha conservado el recuerdo del conjunto original
pintado para Alcalá y entre los cuadros de esa serie no figura copia de éste.
También lleva compás otro Filósofo
del mismo conjunto, del cual no se conserva original (ver Spinosa, n.° 241) y que
O. Ferrari llama Aristóteles. Hay abundantes menciones de filósofos de Ribera
con compás, en los inventarios españoles del siglo XVII. Por ejemplo, entre los lienzos
de la riquísima colección del Marqués del Carpio, de los que se hizo almoneda a su
muerte (1695), figuran como de Ribera «un filósofo con un compás al revés» en 1.800
reales (Saltillo, 1953, p. 338) y «Arquímedes con un compás», tasado también en 1.800
reales (id.)».
La diferencia de dimensiones del lienzo del Prado
respecto a los lienzos que pueden ponerse en relación con la serie Alcalá, especialmente
el de Tucson (1,29 x 0,91 m), aunque puede deberse a un recorte lateral del lienzo es, sin
embargo, otro elemento que ha de ser tenido en cuenta en relación con la posible
procedencia del lienzo.
No debe olvidarse tampoco que, en 1655, el
Marqués de Leganés poseía cuatro pinturas de filósofos, de vara y tercia de alto y
vara y cuarta de ancho (1,10 x 1,06 m) tasados en 1.000 reales cada uno (López Navio,
1962, p. 318) que nunca han sido tenidas en cuenta al estudiar estos lienzos, y que
pudieron perfectamente pasar también a la colección real.
Éste se describe con precisión en El Escorial
en 1763, pero debe de ser uno de los Filósofos que, sin descripción alguna,
figura ya en el Inventario del Palacio de El Escorial de 1700, hecho a la muerte de Carlos
II: «Cinco pinturas, las tres de tres varas de alto y vara de ancho poco más o menos y
las otras dos de vara y media de alto y vara y quarta de ancho con sus marcos dorados
lisos en que están pintados diferentes filósofos, de mano de Jusepe de Ribera, tasados
cada uno en cien ducados y todos en quinientos».
Resultan extrañas las dimensiones de los tres
primeros
(2,40 x 0,80 m) y puede tratarse quizá de un error del inventario, pero las de los otros
dos (1,20 x 0,80 m) son muy próximas a las del lienzo en la actualidad, si se
considera medido con marco y de modo aproximado, como sucede siempre.
Es posible que, como se ha supuesto (Fitz Darby,
1962), los lienzos hubiesen sido enviados a El Escorial después del incendio del
monasterio en 1671. Ciertamente el Padre Santos no los menciona en las sucesivas ediciones
de su Descripción (1681 y 1698) posteriores al incendio, pero es preciso
recordar que, además de aquellos que describe con precisión, menciona a propósito de
Ribera «otros que ay aquí de su mano».
El Padre A. Ximénez (1764) lo menciona ya como Arquímedes,
en la Primera Sala de los Aposentos Reales de E1 Escorial, junto con Euclides, Hisopo,
Crysipo y El ciego de Gambazo (Cat. 56) y ésa fue la
identificación con la que ingresó en el Prado en 1837, pero E. Clarke (1763) lo había
citado ya como Demócrito. Tormo, hacia 1923, vuelve otra vez a llamarlo Demócrito,
que parece, como subrayó Fitz Darby, la identificación más adecuada.
[A. E. P. S.] |