San Pablo ermitaño
Nº de catálogo:
72

Fechable con probabilidad en torno a los años de 1635-1640, esta apasionada figura de santo eremita, que se viene considerando San Pablo, primer ermitaño por la presencia del pan en primer término y el cráneo en el fondo, atributos que comparte con San Onofre, aunque éste suele añadir la corona que alude a su estirpe real.

Aunque el intenso tenebrismo de la composición hace referencia a modelos caravaggescos, la ejecución, mucho más ligera y pastosa, y el modo de interpretar los cabellos y las rugosas manos, hace pensar en una fecha mucho más avanzada. Especialmente próximo es el San Onofre del Ermitage, firmado y fechado en 1637, aunque también pueden señalarse afinidades con el San Andrés (Cat. 41), que suele considerarse de algunos años antes. El oscurecimiento general del lienzo, que ha sufrido considerablemente, impide quizá una valoración más precisa de sus calidades, que brillan espléndidamente en los pormenores de naturaleza muerta, tales como el libro, el cráneo y el pan.

Las dificultades que ofrece su conservación, han hecho dudar de su autografía. Felton lo recoge entre las obras de taller y Spinosa, aun creyéndolo del maestro, se muestra reticente ante los repintes que impiden, a su juicio, una valoración más positiva. La ligera intervención a que ha sido sometido, permite asegurar su carácter autógrafo.

Procede de las Colecciones Reales y se identifica con precisión a partir del Inventario de 1666, en que aparece emparejado con el San Pedro (Cat. 35) en la «Alcoba de la Galería del Mediodía, donde murió Felipe III». Se le llama entonces San Onofre por la confusión iconográfica ya aludida. Allí sigue en 1688 y en 1700, y ambos cuadros figuran también entre los lienzos salvados del incendio de 1734, aunque aquí ya se le llama San Pablo, primer ermitaño. Separado de su compañero, se le cita en 1792 en el Estudio de Andrés de la Calleja, que seguramente intervino en la restauración que aún hoy se advierte.

En 1814 estaba en la Casa de Rebeque, pasando luego al Museo del Prado en su fundación. En 1797, Ph. Criene lo grabó según dibujo de Agustín Esteve.

Una réplica, seguramente de taller, pero que ha sido considerada de mano de Hendrick van Somer se conserva en la Galería de Pintura de Pommersfelden llamada a veces San Jerónimo y atribuida al propio Ribera por Frimmel y Longhi.

Otra copia, antigua, de calidad discreta, se conservaba en 1960 en una colección privada de Barcelona.
                                                                           [A. E. P. S.]


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