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Aunque se ha supuesto que pudiese formar
serie con los Apóstoles San Pedro y San Mateo antes citados (Cats.
35 y 36), no parece lógico, pues, aunque sus dimensiones sean virtualmente
las mismas y el carácter estilístico análogo, se hace difícil justificar el
hermanamiento del santo protector de la peste, con los Apóstoles, y ya hemos visto que el
San Pedro no aparece emparejado con ninguno de ellos, sino con un San Onofre.Parece más lógico pensar que Ribera utilizaba lienzos de
un cierto tamaño estándar «vara y media por vara y quarta», tal como aparece
frecuentemente en los viejos inventarios, para cuadros de algo más de media figura
aislada, fuesen santos o filósofos.
El modelo usado parece ser el mismo que empleó
en 1631 en el gran lienzo del Prado (Cat. 33) y la técnica, tan decididamente
caravaggesca, parece corresponder también al mismo momento del Apostolado (Cats.
42-55). La fecha, pues, habrá de ser, tal como se ha venido suponiendo, muy próxima
a 1632.
Se le identifica con precisión en
los Inventarios Reales a partir de 1700, en que se cita en el Buen Retiro, acompañando a
un San Pablo «del mismo tamaño y calidades», que se conserva en la actualidad,
muy maltratado en la iglesia de San Jerónimo el Real de Madrid, como depósito del Museo
del Prado. Estuvo luego en el Palacio Nuevo (1772 y 1814) y debió de pasar al Prado en
1818. El número 383 que ostenta, bien visible, corresponde al Inventario del Buen Retiro
de 1793.
[A. E. P. S.]
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