El Tacto
Nº de catálogo:
56

Es esta una de las obras más importantes de Ribera en su período central y el hallarse fechada con precisión permite utilizarla como pieza de referencia, a pesar de que, inexplicablemente, Longhi primero (juzgando sin duda a través de fotografías obtenidas antes de su restauración) y Felton después, lo considerasen obra de taller, aunque este último en la actualidad haya reconsiderado su juicio y acepte plenamente su autografía.

A pesar de su mal estado de conservación, el lienzo resulta de una poderosa intensidad. La iluminación, fuerte y dirigida, responde directamente aún, a la inspiración caravaggesca, y tanto en la cabeza de escultura, como en el traje del personaje, o en su barba, aparece la extraordinaria habilidad del pintor para traducir las calidades de las cosas. En el fondo neutro sobre el que se recorta la silueta, aparece ya una cierta vibración luminosa que lo separa del riguroso tenebrismo de los Apóstoles (Cats. 42-55) pero que se advertía ya en el Santiago de 1631 (Cat. 34).

El asunto representado —que se supone sea el Sentido de la Vista, por la estricta analogía con el que forma parte de la serie pintada en Roma— fue durante mucho tiempo identificado como retrato del escultor ciego Giovanni Gomelli de Gambazzo (1603-1664), de quien Baldinucci ha dejado una cuidadosa biografía. El padre Ximénez, en su descripción de El Escorial (1764) fue el primero en citarlo bajo ese nombre, hermanándolo, como ya había hecho el inventario de 1700, con otros filósofos y sabios «héroes de las Ciencias y Artes», citando expresamente a Euclides, Arquímedes (Cat. 29), «Hisopo» (Esopo) y Crysipo. Los describe diciendo que «está conjeturando por el tacto la simetría y facciones de una cabeza, que a media trazar tiene entre las manos».

Ponz suprimió la identificación, y se refiere al lienzo de modo meramente descriptivo, como «un ciego tentando la cabeza de una estatua». Trapier, observó, con toda lógica, que habiendo nacido el escultor ciego en 1603, tendría en 1632 unos 29 años, mientras que la figura pintada demuestra tener edad bastante más avanzada. No conociéndose todavía entonces la serie de los Sentidos (Cats. 1 y 2), propuso el texto de Mancini como apoyo a su identificación con el Sentido del Tacto.

Fitz Darby ha propuesto (1966) una identificación con el filósofo Carneades que, habiendo quedado ciego, reconoció al tacto un busto de Panisco, divinidad selvática identificada con el joven Pan. Eso explicaría su inclusión en una serie de Filósofos.

No obstante, y aun siendo perfectamente verosímil esta última identificación, es posible que el lienzo tenga un doble significado y que, a través del relato clásico, se procure representar, como se ha supuesto, el Sentido del Tacto. Al comentar esta iconografía, centrada en la interpretación de los sentidos, se ha subrayado (Felton, en el Catálogo Fort Worth, 1982, p.97) la intensidad de la concentración que expresa el rostro mientras los dedos recorren cuidadosamente la superficie del mármol.

La identidad del planteamiento argumental (con el ciego palpando la escultura, mientras sobre la mesa se encuentra un lienzo, que representa una cabeza) respecto al Sentido del Tacto de la serie juvenil, hoy en Los Ángeles, parece autorizar a la interpretación de este lienzo madrileño como Sentido del Tacto.

Como ha sido ya indicado, el modelo para este ciego enigmático, es el mismo del Ciego con su lazarillo del Oberlin College (Spinosa, 1978, n.° 64) lo que quizás podría hacer pensar en la existencia de un modelo real, ciego de veras, para estas pinturas, firmadas antes de 1632.
                                                                           [A. E. P. S.]


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