San Jerónimo penitente
Nº de catálogo:
126

Este lienzo, firmado y fechado con toda claridad, es un ejemplo soberbio de la técnica del maestro en los últimos años de su vida, mostrando cómo ciertos temas vuelven a ser tratados con una atmósfera que puede ser llamada tenebrista, pero que, en la técnica, presentan toda la libertad y el pictoricismo extremo que muestran las obras «luminosas» de su último período.

A lo largo de su carrera, San Jerónimo ha sido representado en muchas ocasiones por el pintor. Ésta es seguramente la última imagen del santo por él pintada, y probablemente también la más sobria e intensa, eliminando casi por entero los accesorios habituates (libros, calavera, león, capelo cardenalicio, etc.) y concentrando todo el valor expresivo en el apasionado rostro y en las manos, enérgicas y tensas, sujetando la cruz y la piedra con la que se golpea el pecho.

En esta extraordinaria efigie, recortada sobre fondo oscuro uniforme, la pincelada suelta, rápida y golpeada, que modela el cuerpo y el rostro del santo, es idéntica a la que se advierte en la Comunión de los Apóstoles firmada en 1651, o en el San Pablo ermitaño de Ragusa, al parecer también de 1652.

Ribera ha llegado al extremo máximo de su libertad, y sin renunciar a un uso de la luz, que se remonta al caravaggismo de los primeros lustros del siglo, ha conseguido una imagen llena de vivacidad y rebosante de luminosidad al modo veneciano
                                                                          [ A. E. P. S.]


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