San Pedro
Nº de catálogo: 35

De dimensiones considerablemente mayores que la serie del Apostolado, que guarda también el Prado (Cats. 42-55), este lienzo, por fortuna en un estado de conservación excelente, parece obra capital en torno a 1632, fecha en la que se halla firmado un San Pablo de la Hispanic Society de Nueva York (que no ha podido presentarse en la exposición por prohibirlo los estatutos de la Sociedad), que se ha supuesto constituyó su pareja en la Colección Real, como parece sugerir Trapier y acepta decididamente Felton.

La posición de ambos Santos, mirando en direcciones convergentes, cuando se los empareja, parecería confirmar esta hipótesis, pero sin embargo no hay en los inventarios reales en que el San Pedro aparece, mención de ningún San Pablo que pueda hermanarse con este lienzo, perfectamente identificable desde 1666. El cuadro con el que aparece siempre emparejado es un San Onofre de idénticas dimensiones («vara y media de alto y vara y quarta de
ancho» = 1,24 x 1 m) que será seguramente el lienzo del Museo del Prado, n.° 1115, considerado hoy San Pablo ermitaño, con cuya iconografía puede confundirse (Cat. 72).

Parece lógico pensar que ese tamaño de «vara y media por vara y cuarta», fuese el habitual para los lienzos de sólo una  media figura de santo. De hecho se encuentra con frecuencia, con muy ligeras variantes en cuadros de ese carácter.

Un San Pablo de vara y media de alto y vara de ancho, aparece en 1700 en el Retiro, junto al San Roque (Cat. 37).

Concebido con la monumentalidad que le caracteriza, el amplio manto amarillento constituye una especie de pedestal piramidal sobre el cual se alza la hermosa cabeza, resuelta con una técnica densa y pastosa, con las huellas del pincel fuertemente marcadas en la pasta. El libro y las llaves se trazan también con poderosa energía y calidad naturalista.

Aunque la luz está todavía tratada al modo caravaggista procedente de un poderoso foco exterior situado a la izquierda del espectador, la cabeza no destaca con dureza sobre el fondo sino que se envuelve en un ligero halo que, como en el Santiago de cuerpo entero (Cat. 34) o el de El Tacto
(Cat. 56), produce una nueva sensación de espacio y atmósfera, de extraordinaria vivacidad.                                      
                                                                           [A. E. P. S.]


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