| Biografía del pintor Hijo de un modesto pintor, Antonio de Pereda nació
en Valladolid en 1611, aunque la prematura muerte de su padre lo obligó a trasladarse a
Madrid. Aquí comenzó su andadura como pintor en la escuela de Pedro de las Cuevas, donde
contactó con otros jóvenes artistas y destacó por la calidad de su pintura, por su
naturalismo y por su fina sensibilidad colorista, de inspiración veneciana. Pronto se
granjeó el afecto y la protección de varios ilustres personajes, como el italiano Juan
Bautista Crescenzi, que le abrió las puertas de la corte y lo recomendó para colaborar
en la decoración del Buen Retiro.
La muerte de Crescenzi, en 1635, lo distanció
del ambiente cortesano y lo llevó a refugiarse en la pintura religiosa, que cultivó
trabajando por encargo de los eclesiásticos o para satisfacer la devoción privada. A
esta época corresponden algunas de sus obras maestras. Al final de su vida experimentó
una cierta decadencia, ya que no logró adaptarse al barroco decorativo y escenográfico
que comenzaba a imponerse en el reinado de Carlos II. Murió en Madrid en 1678.

Comentario artístico del cuadro
El socorro de Génova por el marqués de
Santa Cruz conmemora una de las primeras victorias de Felipe IV. En 1625, la
república de Génova, tradicionalmente aliada de España, fue ocupada por las tropas
francesas del duque de Saboya, que sometieron a la ciudad a un duro asedio. La escuadra
española, comandada por el general don Álvaro de Bazán, segundo marqués de Santa Cruz,
liberó la plaza y devolvió a Génova su soberanía.
Pereda plasmó la emoción y solemnidad de este
momento, centrando su atención en el encuentro entre las autoridades genovesas,
encabezadas por el Dux y los militares españoles, precedidos por su heroico
general. Sobre un fondo en el que todavía se perciben los últimos fragores de la batalla
destacan, por su belleza y su colorido, las ricas armaduras de los soldados y las túnicas
de la comitiva genovesa, que componen en su conjunto una obra maestra.

Biografía de los personajes
Aunque comparte nombre y título nobiliario con
su famoso antepasado don Álvaro de Bazán, primer marqués de Santa Cruz y Capitán
General del Mar Océano, no debemos confundir con éste al general del ejército español
que liberó la ciudad de Génova durante el reinado de Felipe IV. Aquel otro, nacido en
Granada en 1526 y fallecido en Lisboa en 1588, desempeñó un papel fundamental durante la
conquista de América, defendiendo las costas españolas y protegiendo las travesías de
la flota contra los ataques de los corsarios franceses e ingleses.

La obra del autor
Coetáneo de Diego de Velázquez y uno de los
principales representantes de la pintura madrileña del siglo de oro, Antonio de Pereda
(1611-1678) destacó enseguida por su naturalismo y por su brillante y rico colorido, de
inspiración veneciana. La solidez formal de sus tipos humanos proviene, en cambio, de la
escuela de Vicente Carducho.
En buena medida, debió su éxito a su maestría
en el color, sus composiciones equilibradas y su sorprendente minuciosidad en la
representación de los objetos y de sus diferentes texturas, rasgo que lo vincula también
con la tradición flamenca. Realizó obras de varios géneros, pero sobresalió en la
pintura de bodegones moralizantes o vánitas, meditaciones barrocas de
carácter alegórico sobre la fugacidad de la vida y la caducidad de los bienes
materiales. Sus lienzos pueden contemplarse en numerosas instituciones religiosas de
Madrid y en algunos de los principales museos europeos, incluido El Prado. La Academia de
Bellas Artes de San Fernando (Madrid) posee una bellísima vánitas titulada El
sueño del caballero y atribuida durante años a Pereda.

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