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El Real sitio de las Artes
Con un aspecto exterior sobrio, austero y discreto, su interior guardaba excepcionales
pinturas, esculturas, tapices, joyas y objetos decorativos en cantidades ingentes, en
su mayoría encargados y comprados entre 1633 y 1640, dentro y fuera de España. Otros
fueron regalados a Felipe IV por los miembros de la aristocracia.
No obstante la colección más importante y numerosa fue la integrada por pinturas,
gracias al interés coleccionista del monarca, que adquirió unos ochocientos cuadros
para el nuevo palacio. El Buen Retiro contribuyó sin duda a proclamar la gloria y la
fama del soberano, pero su mecenazgo artístico, entendido como un deber real y como
íntimo placer, hizo posible la vida de este palacio.
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