Diego de Velázquez y su vida

A pesar de su dilatada vida como pintor, que llega a las cuatro décadas, sus obras conocidas apenas superan los 120 cuadros, una cantidad muy pequeña si la comparamos con la conservada de otros artistas. Ante la genialidad de sus trabajos es lógico que sea más conocida su vida como pintor, pero por lo que parece no era esta actividad la que más tiempo le ocupaba.

Después de salir del taller sevillano de su suegro Pacheco rumbo a Madrid, con apenas 24 años llegó a ser pintor real, en 1627 ujier de cámara, en 1628 pintor de cámara, en 1636 fue nombrado ayuda de guardarropa, en 1643 ayuda de cámara, y a partir de 1652 recibiría el importante nombramiento de aposentador mayor de palacio.

Aunque semejante relación de funciones pudo separarlo de los pinceles, no por ello quedaría alejado de las grandes empresas artísticas de la Corona. Tras su primer viaje a Italia (1629-1631), le llovieron encargos, no sólo pictóricos, por doquier. Su intervención fue decisiva en la creación y en la elaboración del programa político desplegado en el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro (1633-1635). Entre 1635 y 1637 participa activamente en las obras de la Torre de la Parada, antiguo cazadero situado en la reserva del Pardo, donde se encarga de su decoración, y muy especialmente de su estancia principal: la galería del rey. Más amplia y dilatada fue su intervención en el viejo alcázar madrileño. Allí se ocupó, principalmente a lo largo de la década de los cuarenta, de la decoración de la Pieza Ochavada, del Salón Dorado, de la Galería del Cierzo etc. o de la reconversión del llamado Salón Nuevo en el, posteriormente, denominado Salón de Espejos. En la década siguiente, intervendría en el mítico monasterio de San Lorenzo de El Escorial, en el Panteón y, muy especialmente, en la Sacristía y en las Salas Capitulares del Prior y del Vicario.

En estas empresas, además de supervisar todo tipo de trabajos, y de realizar cuadros para cada una de ellas, entró en contacto directo con obras maestras de la pintura universal, que sin duda estudió para instalarlas en sus nuevos emplazamientos, caso de multitud de pinturas de Ticiano, Rafael, Tintoretto, Correggio, Carracci, Rubens, Veronés, Guido Reni, Ribera, Van Dyck, Claudio de Lorena, Domenichino, Gentileschi, Snyders, Zurbarán, Giorgione, o Roger van der Weyden, entre otros. Sólo así podrán comprenderse, en su justa dimensión, la vida y la obra de Diego Velázquez.