|
Comentario artístico del cuadro Este retrato formaba parte de la serie de 5 lienzos que presidían la cabecera y los pies del Salón de Reinos, y representaban al monarca reinante y a su esposa, a los padres del rey y al príncipe heredero, a fin de establecer la genealogía inmediata de la Corona española. Diego de Velázquez eligió la fórmula tan querida por los escultores barrocos del retrato ecuestre con el caballo en acrobática posición de corveta, es decir, andando sobre sus patas traseras y con los brazos en el aire. Compuso así una potente y gallarda figura. Vestido con armadura y traje de gala, empuñando la bengala de general en su mano derecha y dominando con la izquierda las riendas de su brioso corcel, Felipe IV se nos muestra impasible y de perfil sobre su regio caballo, interpretado aquí como un trono ambulante. En perfecto equilibrio, el jinete y su montura se recortan sobre un amplio paisaje serrano de luz plateada, montes azulados y cielo nuboso, que completan la imagen simbólica de poder, destreza, buen gobierno y heroísmo propios de la majestad. Al cuadro original de Velázquez se añadieron posteriormente dos franjas laterales que ampliaban el tamaño del lienzo. Pueden apreciarse perfectamente en la reproducción esos añadidos. Para esta exposición se han suprimido, dentro del espacio virtual del Salón de Reinos, con el objeto de adaptarlos al tamaño original que tenía este cuadro en el momento de su confección. |
