El socorro de la plaza de Constanza
Vicente Carducho
Biografía del pintor

Natural de Florencia (hacia 1576-1578), Vicente Carducho se formó en El Escorial al lado de su hermano Bartolomé, un pintor que participó en la decoración al fresco del claustro principal del monasterio. Su temprano traslado a Madrid hizo que se considerase madrileño. Desarrolló en la corte una larga y fructífera carrera artística y gozó del aprecio y admiración de sus coetáneos.

Tras empezar como ayudante de su hermano y realizar varias obras menores, comenzó a trabajar para el duque de Lerma en Valladolid, durante el traslado de la capitalidad. En 1609, ya de vuelta en Madrid, sucedió a su hermano en el cargo de Pintor del Rey. Desde entonces se afianzó su fama y proliferaron los encargos para la casa real y para las iglesias y conventos de Toledo, Madrid y su zona de influencia.

En 1626 contrató su obra más ambiciosa: una serie de 56 lienzos sobre la historia de la orden de San Bruno para la cartuja de El Paular (Madrid), que finalizará en 1632. Mientras tanto, continuó desarrollando su actividad en Palacio, aunque la llegada de Velázquez, en 1622, ensombreció su éxito. En 1634 pintó tres batallas para el Salón de Reinos y en 1638 murió en su ciudad adoptiva.

Comentario artístico del cuadro

El socorro de la plaza de Constanza conmemora un episodio de la guerra de los Treinta Años, enmarcado en un plan que concibió el conde duque de Olivares para expulsar a los suecos y a sus aliados de la ruta del Rin y facilitar el movimiento del ejército español.

En 1633, y al mando del duque de Feria, las tropas de Felipe IV consiguieron liberar de su asedio a la ciudad suiza de Constanza. En este lienzo, obra tardía de Vicente Carducho (1634), el artista realizó una composición convencional y poco afortunada: en primer plano representó al duque de Feria a caballo, escoltado por sus soldados y por un pequeño paje.

Erguido sobre su caballo en corveta y con la bengala en la mano derecha, el general adopta una actitud triunfal y grandilocuente, que intenta rememorar sin éxito la solemne grandeza de los retratos ecuestres de los reyes pintados por Velázquez. Al fondo se describe la batalla con tal precisión que podemos distinguir los muros de la ciudad asediada y los movimientos de las tropas, aunque la obra pierde frescura y verosimilitud.

Biografía de los personajes

Gómez Suárez de Figueroa, tercer duque de Feria y general del ejército español, murió en 1634, poco después de protagonizar la hazaña pintada por Carducho. Nombrado gobernador de Milán por Felipe III, contribuyó decisivamente al fortalecimiento del llamado Camino español, un corredor estratégico utilizado para las comunicaciones militares y el desplazamiento del ejército español entre Italia y Flandes.

Durante los últimos años del reinado de Felipe III aprovechó la revuelta de La Valtelina (valle de la Lombardia, en Italia, que unía Milán con Austria y estaba entonces ocupado por los suizos frisones), para establecer varias guarniciones y consolidar el control de la Corona sobre esta ruta militar. En 1622 Felipe IV decidió abandonar La Valtelina, retirar su ejército y dejar el control del valle en manos del Papa para evitar una acción militar en Italia.

La obra del autor

Vicente Carducho fue un artista excepcional del barroco madrileño, pues a su condición de pintor unió la más rara de teórico, al plasmar sus ideas estéticas y su concepción artística en el tratado Diálogos de la pintura (1633). Su inusual formación intelectual le granjeó la amistad de muchos literatos y colegas, con los que defendió la dignidad de la profesión artística y trató de crear una Academia en 1606.

Su extensa producción, al óleo y al fresco, fue mayoritariamente de carácter religioso: destacan las pinturas para retablos (iglesias de la Encarnación, Carboneras y San Antonio de los Portugueses, en Madrid) y las series históricas para órdenes religiosas, así como la extraordinaria de los cartujos de El Paular (Madrid), en la que mostró su dominio de los recursos expresivos del barroco.

Su origen y formación italianos determinaron su inclinación por la monumentalidad y la claridad compositiva y sus primeras reservas hacia el naturalismo, que mitigó en su madurez. Eclipsado por la fama de Velázquez y oscurecido por la historiografía, hoy ha recuperado su puesto entre los grandes pintores de la primera generación del siglo de oro.