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La vestimenta masculina
Si las mujeres no dejaban ver ni por asomo sus tobillos, los hombres en cambio, lucían las piernas generosamente. En el siglo XVI hasta arriba mostrando la tersura de sus calzas, para después descender el calzón hasta las rodillas, que se ataba bajo ellas, y dejaba vistas las pantorrillas dentro de sus medias calzas. Otra característica de la moda masculina fueron los cuellos. Con origen en las «gorgueras», de antecedentes franceses, Felipe IV impuso el uso de las «valonas», rígidas y almidonadas en un principio, se transformaron en blandas prendas de encaje que caían vueltas sobre el cuello. Un jubón ajustado cubría el cuerpo, cuyas mangas al igual que las de las mujeres, solían ser independientes. El sombrero era inevitable y fue ensanchando su ala conforme avanzaba el siglo. La espada era larga y afilada con empuñadura ricamente adornada y pesada. Y la capa se usaba en invierno y en verano como complemento imprescindible del traje masculino.
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