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La elección del lugar La nueva construcción real debe estar inmersa en la ciudad, cerca
del lugar de permanencia de la corte. Por su parte, la nobleza madrileña
ya se había construido sus villas suburbanas en los bordes del Prado
de San Jerónimo, antiguo límite de la ciudad. Este Paseo tomaba su nombre
del Monasterio cercano, donde a su vez, los reyes tenían unos aposentos
que utilizaban en diversas ocasiones, y desde tiempos muy remotos era
paseo predilecto de los madrileños. En el otro extremo, al Oeste, se encuentra el Alcázar, y más allá
cruzando el puente de Segovia, los terrenos de la Casa de Campo, también
Sitio Real desde la época de Felipe II. Los restantes sitios reales
se encuentran hacia el Norte, en dirección a la Sierra de Guadarrama,
(Palacio de la Zarzuela, Palacio del Pardo y Torre de la Parada). Hacia
el Sur de la ciudad se encuentra el río Manzanares que impide el desarrollo
urbanístico en esta zona. Con esta configuración de la Villa el enclave del nuevo palacio parece
claro, no hay otra elección mejor que el Prado de San Jerónimo, el Este
de la ciudad, asentándose de esta forma entre la urbe y el campo, adquiriendo
un valor urbanístico clave, pues configura la trama urbana al tiempo
que cumple con los requisitos barrocos de la ciudad ideal. |
