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Biografía de Lope de Vega
El texto de una de sus llamadas «comedias madrileñas», El acero de Madrid, nos muestra algunas costumbres que seguían las mujeres de la corte para realzar y mantener su belleza. Estaba a la sazón de moda la palidez de rostro en la mujer, y para obtenerlo se creía que uno de los medios más efectivos era masticar barro o yeso perfumado con ámbar, búcaros, que gozaban de gran aceptación entre mujeres y hombres. Las aguas ricas en hierro de la ciudad y los paseos matutinos eran un remedio para curar la opilación, u «obstrucción y embarazo en las vías y conductos por donde pasan los humores» —como lo definiría un siglo después el Diccionario de Autoridades—, cuyo causante principal era la consumición de esos búcaros.
El humor melancólico predominaba cuando se padecía esa enfermedad, según las teorías médicas de la época, y era necesario acudir al «acero» —las aguas ferruginosas— para buscar remedios a la clorosis. Concretamente, la fuente del acero madrileño estaba al otro lado del Puente de Segovia. En la comedia de Lope, los encuentros de los dos enamorados que la protagonizan, Belisa y Lisardo, se ven facilitados por esos paseos y por esa obsesión curativa de la melancolía. En la escena que se reproduce en el primero de los textos , el gracioso de la comedia, Beltrán, se hace pasar por médico llenando su plática de latinajos macarrónicos. Los síntomas de la opilación y los remedios que se aplicaban en el Madrid del seiscientos los describe Lope en la misma obra por medio de la canción que también leeremos.
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