Diversión en la Corte
Corte y fiestas

En los fastos celebrados durante los primeros veinte años de reinado de Felipe IV, sucesos de la más variada índole eran motivo de festejo: llegadas a Madrid de embajadores, príncipes o altos dignatarios extranjeros, canonizaciones de santos, nacimientos, bautizos o juras de vástagos reales, bodas reales, noticias de alguna victoria de nuestras armas, festividades periódicas como San Juan, Carnestolendas, etc. No se encontrará época alguna más abundante en celebraciones: cualquier excusa era aprovechada para que el Madrid cortesano y oficial ardiese en fiestas.

La villa en fiestas

La villa de Madrid fue el escenario privilegiado de los regocijos pomposos y extraordinarios en los que intervenían el rey y la Corte. Las calles se llenaban con la muchedumbre; se cerraban las tiendas y calles; se iluminaban las fachadas y se engalanaban con colgaduras balcones y ventanas; brillaba el cielo con los cohetes y fuegos de artificio; se transformaba la imagen de las calles con numerosas arquitecturas efímeras: arcos de triunfo, tablados, gradas formando plazas, obeliscos, escalinatas…; todo ello bajo las melodías y sonidos de tambores, clarines, trompetas y ministriles.

El Buen Retiro, lugar para la diversión y el deleite

Por lucidas, múltiples y ostentosas que fueran las fiestas y los espectáculos de la villa, todas quedaron eclipsadas con la creación del Buen Retiro, que dejó la huella más brillante en los anales de la pompa regia y del epicureísmo cortesano. La literatura, el teatro, el espectáculo, la fiesta, los juegos de animales y circenses, los de pelota, los de cañas, los torneos, los deportes, la caza, los toros, los paseos, el galanteo, los banquetes, la música y la danza…, todo tenía cabida en los espacios interiores y exteriores de este Real Sitio, para el deleite y placer de los sentidos y las sensaciones.

Representaciones teatrales en el Buen Retiro

El teatro cortesano que se representaba en el Buen Retiro, en sus distintos espacios y géneros, se caracterizaba por la espectacularidad visual y auditiva, coherente con los temas y con la tensión embellecedora de la palabra teatral. La variedad de los espacios escénicos, la compleja maquinaria, los ricos decorados, la monumentalidad de los temas, el lujoso vestuario, el elevado número de actores en escena, la música, la canción y la danza, permitían complicados efectos escénicos. Todo ello estaba al servicio de la imaginación y el talento de los mejores artistas de nuestro siglo de oro, y de la pasión teatral cortesana.

El Coliseo del Buen Retiro

Inaugurado en 1640, el Coliseo, es el primer espacio teatral de la historia de la arquitectura española diseñado para el uso específico y exclusivo de la familia real y los nobles, pero con la posibilidad de estar abierto al público general previo pago de la entrada. Con planta «a la italiana», tres alturas de palcos separados con celosías de madera, tenía toda la maquinaria más avanzada de la época para conseguir los más sofisticados efectos especiales que se puedan imaginar: inundaciones, lluvias de fuego, tempestades, terremotos o desfile de ejércitos y pasos de procesiones. Todo ello era dirigido y diseñado por los mejores tramoyistas de la época.

Fiestas literarias en el Salón de Reinos

En el siglo XVII fueron muy frecuentes las academias literarias, los certámenes poéticos, la poesía improvisada sobre un tema y motivo celebrativo, a veces con premios muy apetecidos por los poetas. También se hicieron comedias y entremeses «de repente», por uno o varios autores. A nada de esto fue ajeno el Buen Retiro: en el Salón de Reinos decorado al efecto, y ante un jurado, los participantes tenían que crear composiciones poéticas de carácter burlesco con alusiones ingeniosas a personajes y circunstancias del entorno.

Teatro y fiestas en el estanque

Era frecuente en el teatro cortesano de esta época convertir el agua en espacio escénico, por las grandes posibilidades que ello ofrecía. Coherente con esta costumbre era la utilización del estanque del Buen Retiro para representaciones teatrales y fiestas acuáticas. Todo ello con gran aparato y espectacularidad, de la que a veces participaba el pueblo, mirando desde la orilla, en una suerte de teatro dentro del teatro: pues veían, a su vez, a rey y nobles que contemplaban la escena desde las barcas, o participaban en batallas navales fingidas.

Las plazas, espacios para la fiesta

Las plazas del Buen Retiro fueron espacios polivalentes de teatro, espectáculos, juegos deportivos, torneos, toros, y fundamentalmente fiestas cortesanas. En la Plaza Grande se montaban tablados para que asistieran a la fiesta los miembros del complejo servicio de palacio y el pueblo llano. Desde los balcones de los edificios lujosamente engalanados, contemplaban el espectáculo el rey y la corte. Además, los nobles e incluso el propio rey y el valido, participaban en el cortejo-procesión en su variedad de posibilidades.

Juegos y deportes

Aunque los juegos deportivos no tenían el alcance actual, sí se practicaban varios deportes como salto, carreras, lucha, tiro de disco y con arco, lanzamiento de lanzas, esgrima, etc. El juego de pelota era muy popular en distintas versiones: trinquete, chueca, frontón a mano y a pala, etc. Todos ellos eran un importante pasatiempo para cortesanos, y espectáculo para los nobles y damas de palacio. En los jardines, patios y Plaza Grande del Buen Retiro, fueron frecuentes estas prácticas.

Juegos y exhibición de animales

Coleccionar fieras, pájaros y otros animales exóticos fue gusto y privilegio de la nobleza y la realeza. En el palacio del Buen Retiro pudieron contemplarse leones, tigres, osos o toros en la famosa leonera, anexa a la fachada oeste de la Plaza Cuadrada, desde allí las fieras salían al coso para realizar las renombradas luchas. La colección de pájaros exóticos se alojaba en la famosa jaula de aves situada en la zona este de los jardines.

Juegos ecuestres

De todos los animales, el caballo era una pieza fundamental en la vida de la época, que participaba en los aspectos más pragmáticos y simbólicos de la sociedad. Su aparición en la fiesta y el juego implicaba lucimiento para la nobleza y espectáculo para el pueblo. Los juegos de cañas, donde las lanzas se habían vuelto cañas, y sin mayores riesgos, los nobles luchaban, ricamente vestidos y agrupados en cuadrillas, arrojándose cañas que evitaban con los escudos; los torneos, juegos de sortija… eran una forma de pasatiempo, exhibición y emocionante competencia para la aristocracia.

La caza

La caza era uno de los pasatiempos habituales y preferidos del rey y la aristocracia, además de un ejercicio considerado noble y digno. Aunque en los distintos sitios reales —El Pardo, la Torre de la Parada, la Casa de Campo…— se organizaban grandes monterías, y las posibilidades eran muchas, en los terrenos del Buen Retiro no podían faltar los bosques donde el rey pudiera practicar la caza; estos bosques estaban situados en la parte más oriental y quedaban bastante alejados del palacio.

Paseos, galanteo y montería de flores

El paseo, en coche o a pie, era una costumbre muy arraigada en la nobleza y el pueblo madrileño. Se comprende, así, la importancia que tenía en los jardines del Buen Retiro bien provistos de árboles, flores, fuentes, calles cubiertas, ermitas…, que durante estos paseos se convertían en lugar de encuentro, galanteo y devaneos amorosos de las damas nobles de palacio y de la familia real. Además, existía la posibilidad de pasear en barca por el estanque y el entramado de canales: un gran pasatiempo de los reyes, a los que, como presente, habían enviado hermosas góndolas desde Venecia.