Felipe IV como mecenas

Gracias a las cualidades innatas de Felipe IV; -elegancia y dignidad, inteligencia y sensibilidad artística- a una esmerada formación intelectual trazada por el Conde Duque; aprendizaje de idiomas -francés, italiano y portugués -, lecturas históricas, clásicas y modernas, de geografía, etc., y sus inclinaciones personales que desde muy joven mostró hacia la música, el teatro, la literatura, y por supuesto, al igual que otros tantos miembros de su familia hacia la pintura, hicieron de este monarca cumplir con el cometido de ser el "príncipe de los mecenas".

A lo largo de diez años formó una biblioteca particular que contenía 2.234 volúmenes, agrupados en cuarenta apartados, tradujo al castellano dos tomos de la historia de Italia de Guicciardini, trabajo del que siempre se sentiría orgulloso, aprendió teoría y práctica musical, dirigiendo sus propias composiciones, aumentó la colección real de pintura durante su reinado, con obras tanto antiguas como modernas en más de 2000 cuadros, y construyó un magnífico Sitio Real, escenario idóneo para el cultivo, disfrute y deleite de la belleza de las Artes, el Palacio del Buen Retiro de Madrid.