Biografía de Lope de Vega

Lope Félix de Vega Carpio (1562-1635) estaba ya viviendo sus últimos años cuando se edificó el Palacio del Buen Retiro. Sin embargo, la viva impronta que en su extensa obra dejó Madrid lo hace ser, quizá, el autor que más adecuadamente ilustra la vida de su ciudad en aquellos años en forma de versos. Además de todo ello, Lope de Vega es el autor y preceptista con quien el teatro barroco español, cuyo máximo escenario son los corrales madrileños, alcanza su pleno desarrollo. Las fiestas, las figuras de la vida religiosa, las gentes, las costumbres y la historia de la villa son temas recurrentes que aparecen en las comedias de Lope de Vega.

El texto de una de sus llamadas «comedias madrileñas», El acero de Madrid, nos muestra algunas costumbres que seguían las mujeres de la corte para realzar y mantener su belleza. Estaba a la sazón de moda la palidez de rostro en la mujer, y para obtenerlo se creía que uno de los medios más efectivos era masticar barro o yeso perfumado con ámbar, búcaros, que gozaban de gran aceptación entre mujeres y hombres. Las aguas ricas en hierro de la ciudad y los paseos matutinos eran un remedio para curar la opilación, u «obstrucción y embarazo en las vías y conductos por donde pasan los humores» —como lo definiría un siglo después el Diccionario de Autoridades—, cuyo causante principal era la consumición de esos búcaros.

El humor melancólico predominaba cuando se padecía esa enfermedad, según las teorías médicas de la época, y era necesario acudir al «acero» —las aguas ferruginosas— para buscar remedios a la clorosis. Concretamente, la fuente del acero madrileño estaba al otro lado del Puente de Segovia. En la comedia de Lope, los encuentros de los dos enamorados que la protagonizan, Belisa y Lisardo, se ven facilitados por esos paseos y por esa obsesión curativa de la melancolía. En la escena que se reproduce en el primero de los textos , el gracioso de la comedia, Beltrán, se hace pasar por médico llenando su plática de latinajos macarrónicos. Los síntomas de la opilación y los remedios que se aplicaban en el Madrid del seiscientos los describe Lope en la misma obra por medio de la canción que también leeremos.