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El Salón de Reinos como galería pública de pintura
Al principio de su construcción el Salón tuvo un uso polivalente, ya que era utilizado como Salón de Trono, escenario de obras teatrales o lugar idóneo para fiestas y bailes; este Salón está concebido más como un espacio para albergar la colección pictórica que como pieza en la que se desarrolla una función determinada.
Lo que resulta innovador en las intenciones del rey, no es el hecho de hacer una colección de pintura —era usual en la época cubrir las paredes de los sitios reales con cuadros, de hecho el Alcázar contaba ya con la mejor colección de pintura de su tiempo— sino el hecho de crear un espacio arquitectónico diseñado para albergar una colección que también estaba especialmente diseñada y que fue realizada por encargo. Tras haber restituido la arquitectura del Salón de Reinos, y haber constatado la dialéctica inherente entre arquitectura y pintura, el estrecho sistema de relaciones entre contenedor y contenido, se puede afirmar que este Salón es la primera galería pública de pintura construida en nuestro país con esa clara intención.
Además de contener la consabida colección, el Salón fue decorado espléndidamente: como nexo de unión entre arquitectura, pintura y símbolo, se pintaron, en los lunetos de la bóveda, veinticuatro escudos con la representación de los veinticuatro reinos que formaban el imperio español, todo ello bajo el asesoramiento artístico de Rojas Zorrilla y Diego Velázquez.
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