Música y danza en el siglo XVII
Música en el siglo XVII

Después del lugar preferente que había ocupado en el anterior siglo la música española, en este período, su originalidad radica en la curiosa mezcla de elementos venidos de fuera —fundamentalmente de estilo italiano—, con otros firmemente anclados en nuestro pasado. El género más cultivado, por corresponder al patronazgo más poderoso, es el de la música eclesiástica, donde adquieren una enorme importancia los villancicos en lengua vulgar que se cantan en Navidad, Reyes y Corpus, en los que destaca el empleo de varios coros de voces e instrumentos.

Música de cámara

La música de cámara es fundamentalmente vocal, y las composiciones interpretadas dentro de este género reciben la denominación de «tono humano». En la primera mitad de siglo predominan los tonos humanos a tres y cuatro voces con acompañamiento instrumental, en tanto que en la segunda lo hacen los compuestos para una sola voz, cada vez más vinculados a la música teatral.

Música teatral

A lo largo de todo el siglo, los «tonos humanos» estuvieron presentes en buena parte de las comedias y en otros géneros teatrales menores. Pero los mejores logros en la música al servicio de la escena se dan el ámbito cortesano, cuando surgen por un lado la semi-ópera y la zarzuela, que alternan partes cantadas con partes habladas, y por otro la ópera, género menos cultivado que los dos anteriores. En lo que respecta a la música la figura indiscutible de este período es Juan Hidalgo.

Música instrumental

Destaca sin lugar a dudas, el empleo de la guitarra, que surge en España y se cultiva en todos los ambientes sociales, desde la taberna hasta la corte, pasando por el ámbito doméstico. Se utiliza como instrumento solista y para acompañar los tonos de cámara, la música teatral e, incluso los villancicos religiosos. Es importante también la música para tecla, especialmente para órgano, instrumento con un pasado glorioso en nuestro país. El arpa cromática de dos órdenes cruzados de cuerdas  fue igualmente importante. A ella dedicó un tratado teórico-práctico Lucas Ruiz de Ribayaz.

Danza en el siglo XVII

La danza se halla presente en gran parte de la actividad festiva y escénica. Ella es el núcleo de géneros teatrales menores como el baile y el bailete. El teatro la incorpora  en determinadas escenas, en los intermedios o como fin de fiesta. Surge desenfadada en la calle, casi siempre al son de la guitarra, en forma de jácara, de rastro, de folia, de mariona o de las lascivas zarabanda y chacona. Sirve, en fin, en la corte para el regocijo y para la exhibición de la gala y destreza que adornan a la clase dominante.

Música en el Buen Retiro  

La música en la vida cortesana se convierte en algo imprescindible, y subraya el ritmo de gran parte de la actividad palaciega. Emblema de la realeza son las trompetas y los timbales que encabezan siempre la comitiva regia a la entrada y salida de palacio, o que señalan los diferentes platos que se sirven en la mesa del monarca cuando éste come en público. En los banquetes, la música acompaña a los comensales ofreciéndoles diferentes composiciones con voces e instrumentos a cargo de los músicos de cámara. El Buen Retiro, era un lugar privilegiado para el disfrute de la música. Especialmente en los paseos en barca por el estanque grande y los canales, donde era frecuente. Para interpretarla, el rey contaba con esclavos moros, llamados también «ministriles negrillos». En las fiestas que se celebraban en la Plaza Grande, la entrada de los cortesanos participantes era anunciada por los ministriles, las trompetas y los timbales. En las mojigangas, donde todos llevaban máscaras, se hicieron representaciones, bailes y diferentes músicas sobre los carros triunfales que desfilaban.