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Mariana de Austria
La elección recayó en su sobrina carnal, hija de su hermana María y del emperador
alemán Fernando III, doña Mariana de Austria (1634-1696), de 13 años de edad. En
noviembre de 1648 se celebra el casamiento por poderes, saliendo ese mismo mes la
comitiva regia desde Viena hacia Madrid. Un largo año duró el viaje, entrando la real
pareja al Buen Retiro el 4 de noviembre de 1649.
Al principio de su llegada la joven reina, de figura bastante hermosa, tez blanca,
alegre y ocurrente, causó muy buena impresión tanto a los españoles como al maduro
rey que parecía realmente encantado de los atractivos moceriles de su cónyuge. No
obstante, el rey incorregible volvió a sus devaneos amorosos, y la reina empezó una
serie de alumbramientos malogrados, quebrantándola la salud y el carácter.
En vano trataron de distraerla y alegrarla con festejos y comedias del Buen Retiro.
Mariana, amargada comenzó un proceso de transformación, haciéndose altiva, seca,
reservada y solemne. Introdujo la etiqueta imperial en sus recepciones, y a sus lujosas galas
sustituyó la negra basquiña y las severas tocas, adquiriendo así, más aspecto de
monja que de reina, imagen que conservó hasta el final de su vida a causa de la muerte
del rey, acaecida en septiembre de 1665, y motivo por el que ejerció de reina
regente hasta la mayoría de edad del príncipe heredero.
Aunque la unión resultó prolífica, sólo sobrevivieron dos hijos; Margarita, futura
emperatriz de Alemania y el príncipe Carlos II, en cuya precaria salud iba a quedar
depositado el destino de la monarquía.
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