El Real sitio de las Artes

El mecenazgo del monarca y su valido, hizo del Palacio del Buen Retiro un centro de creación artística en el que convergieron las personalidades más importantes del Siglo de Oro español. Artistas de la talla de Crescenzi, Cosme de Lotti, Juan Hidalgo, Zurbarán y Velázquez o escritores tan representativos como Calderón o Quevedo tuvieron en este palacio un magnífico marco en el que desarrollar su actividad creadora con el fin de deleitar los sentidos cultivando el placer y la belleza de las Artes.

Con un aspecto exterior sobrio, austero y discreto, su interior guardaba excepcionales pinturas, esculturas, tapices, joyas y objetos decorativos en cantidades ingentes, en su mayoría encargados y comprados entre 1633 y 1640, dentro y fuera de España. Otros fueron regalados a Felipe IV por los miembros de la aristocracia.

No obstante la colección más importante y numerosa fue la integrada por pinturas, gracias al interés coleccionista del monarca, que adquirió unos ochocientos cuadros para el nuevo palacio. El Buen Retiro contribuyó sin duda a proclamar la gloria y la fama del soberano, pero su mecenazgo artístico, entendido como un deber real y como íntimo placer, hizo posible la vida de este palacio.