Calderón de la Barca y su obra


Dos escenas de Calderón

Los tres mayores prodigios

HÉRCULES.

Desde el Flegra, aquel robusto
peñasco que fue en un tiempo
campaña de hombres y dioses,
cuando gigantes soberbios
intentaron escalar
la majestad de los cielos,
siendo después su edificio
su caduco monumento:
al Oeta, ese gigante
de hiedra, que a Atlante opuesto,
le ayuda en ausencia mía
a sostener el gran peso
de once globos: despechado,
altivo, crüel, resuelto,
desesperado y confuso,
con una demanda llego.
Decidme, por vida vuestra,
si por dicha (mal empiezo),
si por desdicha (bien digo),
visteis por estos desiertos
veloz un Centauro, que
de dos especies compuesto,
el medio parece hombre,
y caballo el otro medio;
siendo así que no es mitad
de uno y otro, pues dos cuerpos
son, aunque los juzgue uno
el acción y el movimiento.
Este pues (¡Ay infelice!),
fiado en el bruto ligero,
trae una dama robada,
(¿Cómo pronunciarlo puedo,
¡ay de mí!, sin que mi vida
salga deshecha en mi aliento?)
En busca suya he corrido
toda el África, teniendo,
por cuanto término el sol
va delineando y midiendo
con el curso natural
la edad de un círculo entero.
Siempre de las dos noticias,
pero nunca avisos ciertos.
Ayer unos labradores
de aquestos vecinos pueblos,
que a lo intrincado del monte
entró con ella, dijeron.
Y así hoy en alcance suyo
estas malezas penetro,
estas selvas solicito,
estos peñascos inquiero
trono a tronco, rama a rama,
piedra a piedra y seno a seno
decidme si le habéis visto;
que en albricias os prometo
ricos dones... ¿Quién dio albricias
jamás de sus sentimientos?
O si sabéis de los dos,
y calláis, por los eternos
dioses, que aquesta montaña,
arrancada de su asiento,
sea hoy la tumba vuestra,
o, breves pedazos hechos,
seáis átomos ociosos
de la vanidad del viento;
porque si Hércules con dichas
fue horror, fue pasmo estupendo
de los hombres y las fieras,
¿Qué será Hércules con celos?

El sitio de Breda

(Salgan todos los que pudieren por una parte, y por otra, entrando los españoles, y después a la puerta Justino con una fuente, y en ella las llaves.)

JUSTINO DE NASSAU.

Aquestas las llaves son
de la fuerza, y libremente
hago protesta en tus manos,
que no hay temor que me fuerce
a entregarlas, pues tuviera
por menos dolor la muerte:
aquesto no ha sido trato,
sino fortuna, que vuelve
en polvo las monarquías
más altivas y excelentes

MARQUÉS SPÍNOLA.

Justino, yo las recibo,
y conozco que valiente
sois, que el valor del vencido
hace famoso al que vence.
Y en el nombre de Filipo
Quarto, que por siglos reyne
con más vitorias, que nunca
tan dichoso, como siempre,
tomo aquesta posesión.