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Francisco Quevedo y su obra
Huye la Casa de Campo
(donde está el coloso del señor rey Felipe III).
La competencia del Retiro. Soneto.
Piedras apaño cuando veis que callo;
y, pudiendo vendérselas, las tiro
al edificio que invidiosa miro,
pues Roma se preciara de invidiallo.
Si por tener tan sólo este caballo
no he podido jamás juntar un tiro,
mal podré competir con el Retiro,
en quien echó la arquitectura el fallo.
¿Qué pudo sucederme en este río,
que no se harta de agua en el invierno
y aun no lava sus pies en el estío?
Si va por ermitaño, sempiterno
el ermitaño que en el Ángel crío,
puede tener a Juan Guarín por yerno.
Inscripción al marqués Ambrosio Spínola,
que gobernó las armas católicas en Flandes. Soneto.
Lo que en Troya pudieron las traiciones,
Sinón y Ulises y el caballo duro,
pudo de Ostende en el soberbio muro
tu espada, acaudillando tus legiones.
Cayó, al aparecer tus escuadrones,
Frisa y Breda por tierra, y, mal seguro,
debajo de tus armas vio el perjuro
sin blasón su muralla y sus pendones.
Todo el Palatinado sujetaste
al Monarca español, y tu presencia
al furor del hereje fue contraste.
En Flandes dijo tu valor tu ausencia,
en Italia tu muerte, y nos dejaste,
Spínola, dolor sin resistencia.
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