Origen del palacio

Cuando el Conde Duque de Olivares y Felipe IV comienzan la construcción del nuevo Palacio, se encuentran con el llamado Cuarto Real o Retiro de San Jerónimo, lugar que los monarcas utilizaban por variados motivos, realizado por Felipe II y su arquitecto Juan Bautista de Toledo, adosado al ábside de la Iglesia del monasterio, trasladado a este emplazamiento en 1503 tras la autorización de los Reyes Católicos.

Con motivo de la Jura al Príncipe Baltasar Carlos, se inician unas obras de acondicionamiento del Cuarto Real (1630), y una modesta ampliación para dotarlo de nuevas habitaciones para la reina; 1632 es una fecha clave pues se hacen los jardines contiguos a las nuevas estancias y comienzan las obras de la Galería de Toledo donde se distribuirán las habitaciones de los Infantes. También se realiza este año el primer pago para la construcción de la ermita de San Pablo, accesible a través de un paseo arbolado que forma eje con el jardín de la reina.

El proceso constructivo de un nuevo Palacio Real está en marcha, sin proyecto general ni concepto ordenador. Esta ausencia de intención globalizadora dará lugar, desde el principio, a la continua demolición y posterior conversión en elementos definitivos, así como a la yuxtaposición de los volúmenes que irán configurando el conjunto.